El desarrollo de emociones en la etapa infantil es de los momentos más importantes y memorables en la vida de una persona.
De niños, la sensibilidad que se tiene ante diferentes estímulos, hace que se sea más propenso a crecer y recordar en adelante aquellas emociones experimentadas.
Por esta razón, inculcar la práctica de la inteligencia emocional en los niños es uno de los pilares fundamentales a considerar en el ámbito psicológico, ya que de esto dependerá la fortaleza con la que podrá enfrentar asertivamente los retos que implican crecer.
Pero, ¿qué es la inteligencia emocional?
La inteligencia emocional hace referencia a la habilidad psicológica que las personas tienen para controlar sus emociones. Esto es necesario para fortalecer la personalidad y, a su vez, para entablar buenas relaciones interpersonales.
En los niños, esta habilidad depende mucho del núcleo familiar. En esta etapa, propiciar momentos en los que el pequeño pueda experimentar diferentes emociones resulta altamente efectivo. Ya que esto servirá para corregir aquellos comportamientos en el momento exacto de su aparición.
Pero cuidado, recuerden que existen comportamientos que se pueden enseñar indirectamente. Esto quiere decir que, los padres deberán estar atentos a sus propias actitudes, ya que un error podría generar que sus hijos las asimilen de manera inconsciente y las repitan en un futuro.
En conclusión
Si bien es cierto, las emociones no pueden ser enseñadas porque nacemos con ellas, estas sí que se podrían controlar de alguna manera. Ante esto, la presencia de la familia, en especial la del padre o la madre, cobran un papel fundamental, ya que en base a ejemplos y consejos, la regulación de los impulsos y reacciones de los niños podrían interiorizarse eficazmente y aprender a dominarlas para un mejor desarrollo psicológico.